13 de agosto de 2008

Un minuto de consciencia

LECCIONES DE UN PEZ
Igual que a muchas personas que conozco, a mi me gusta ir de pesca de vez en cuando, es una actividad que te permite estar al aire libre, en contacto con la naturaleza, y obviamente habrá ocasiones en que el clima estará mejor que en otras, pero siempre se puede disfrutar de un tiempo a gusto.

He tenido la oportunidad de ir a pescar, con amigos o familiares, y también lo he hecho solo. Cuando vas con otros, pues se convierte en un momento de convivencia, diversión y en ocasiones se puede concluir con una hielera repleta y ya sea unos filetes recién obtenidos del lugar mismo o, como buen pescador precavido, unos pellejitos listos para la parrilla y la brasa.

Pero cuando vas solo, resulta que se puede disfrutar también aunque de diferente manera, al estar muy en contacto uno con sus pensamientos. La soledad que se puede experimentar donde solo se encuentra uno, los sonidos que emanan del lugar, a los que uno puede hacerse conciente con mucha facilidad, la oportunidad de pensar en proyectos, problemas y razones para estar agradecidos, como es el caso de poder estar haciendo algo que a uno le satisface.

En una de mis salidas a pescar, solo; tuve una de esas revelaciones respecto a la actitud que debe mostrar cualquier persona que esta en el camino de lograr algo significativo con su vida, y la lección me la dio un robalito que saque ese día. De hecho fueron 2, de un tamaño digno de devolver al agua, para que sigan creciendo, pero yo tenía otra estrategia.

Lo que estaba buscando era que si pescaba algún robalito, lo conservaría para llevarlo a un pequeño estanque cerca de donde pescaba, con el fin de hacer crecer la población de robalos allí. Pues después de que durante toda la tarde, solo saqué 2, decidí que era el momento de retirarme para llevar a los nuevos residentes.

Los coloqué en una hielerita y procedí a poner un poco mas de agua para que los peces llegaran a su destino en buenas condiciones. En el momento en que abrí la hielera un poco, pero apenas para agregar un poco de agua en un recipiente que recién acababa de llenar justo en la orilla del lago, de repente uno de los robalos pegó un brinco, salpicando agua casi directamente en mi cara, se salió de la hielera, rebotó y resbalo nuevamente al agua, y se me peló.

2 lecciones aprendí en ese momento: primero “pen..jo…. (bruto)” … No debí abrir la hielera tan cerquita del agua, después de toda la tarde ahora solo tenía uno. Pero la segunda, es que así como el robalo intentó escapar, con muy pocas posibilidades de hacerlo, y en un espacio tan difícil de poder lograrlo, pero intentó y lo logró, así también nosotros debemos siempre intentar lograr las hazañas que nos apasionan o las ideas que nos entusiasman o los proyectos a los que les vemos posibilidades. EL ROBALO FUE PERSISTENTE, esa fue la lección de un pez.

No hay comentarios: