17 de julio de 2012

Perforar no creo que sea la solución


El que no tiene cabeza para ahorrar el agua,                                                                                                                            
Tendrá que tener espaldas,                                                                                                                                     para soportar el sol del desierto.                                                                                                                     Hermes Varilla.

La verdad, no sé si es para dar brincos de alegría, o para sentarse a pensar y preocuparse. El gobierno del estado anuncia haber adquirido el permiso de Conagua, para hacer 411 perforaciones a través de todo el territorio coahuilense,  con el fin de obtener agua para riegos, ganado y uso de los habitantes.

Pero vamos por partes, como diría Jack el destripador cuando vivía en Londres. Para que se hayan otorgado estos maravillosos permisos, estoy  segura de que se debieron hacer muchos y muy concienzudos estudios al suelo y subsuelo. Ni duda queda de que se emplearon cientos de horas de investigación, para seguir la trayectoria de los mantos freáticos (capa de agua subterránea formada por la filtración de las aguas de lluvia, que alimenta los manantiales) y así con certeza, marcar el lugar destinado a perforar.

Llamó mi atención este cambio repentino, porque desde siempre perforar, ha sido una actividad vetada a agricultores y ganaderos, así  estuvieran estos sufriendo años de terrible sequía.

Pero bien, ya se autorizó. ¿Y ahora qué va a pasar? ¿Cuánto tiempo tardarán en secarse nuestros famosos cinco manantiales orgullo de la  región? Para saberlo basta con que pongamos en juego nuestra imaginación, por ejemplo: Conecte una manguera a la llave, ábrala y deje correr el chorro de agua, después hágale varios agujeros en diferentes tramos. Obviamente disminuirá  la presión y el estanque que usted intentaba llenar, le llevará más tiempo.

Con los mantos freáticos sucede algo más delicado. Al bajar su nivel, ya no podrán las plantas, y los arboles que están en la superficie tomar agua de ellos y morirán, quedando ahora sí, una zona desértica por completo. Además los ríos al no recibir esa aportación de sus afluentes subterráneos disminuirán en mucho su caudal, efecto que redundará en la escasez del vital liquido, tanto en el centro como en la periferia de las ciudades.

A lo mejor como remedio a corto plazo funcione, pero a la larga puede acarrearnos más daños que beneficios. No se trata de hacer más perforaciones, sino de concientizar a la población en general de lo impostergable que es aprender a cuidar del agua. Su falta aniquilará por igual a ricos que a pobres. 


Solo nos queda apelar a los conocimientos y la sensibilidad de nuestros gobernantes, ya que sin consultas ciudadanas, han entregado este vital liquido a empresas cerveceras, refresqueras, mineras y a toda aquella que lo ha solicitado.



Por: Antonieta B de De Hoyos

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