UN MEXICANO RECIÉN NACIDO.
En todo el territorio nacional se escuchan cantos infantiles en las
escuelas y gritos de júbilo en el recreo
o gritos de apoyo en los eventos deportivos. Los niños de México juegan porque
se creen protegidos.
Sin embargo, escuchando entre la algarabía, los nuevos juegos, los nuevos protagonistas de las aventuras y
sus nuevos retos nos dicen otra realidad: “Ay mami, si solo estamos jugando a
los matazetas”.
Escuchar sus narraciones fantásticas frente a las pantallas de videojuegos entre explosiones o choques de veloces autos
virtuales que hablan de los sicarios asesinados o de las victimas o los
levantones de la gentuza que se asignó el nombre de la última letra de nuestro
abecedario, hace salir una triste sonrisa de amorgo sabor.
Hoy los niños nuevecitos que recién están naciendo esperan poder llegar a
cumplir 6 años en el 2018 con sus padres, sus amigos, los vecinos en una
ciudad, en un país donde la Ley sea una realidad que asegure la convivencia pacifica y los delincuentes estén cumpliendo
sus deudas con la sociedad y dejen de ser los antihéroes con los que se
alimentan los sueños de los niños, ya no tan nuevecitos (para el PRI) que
nacieron hace 6 años y que hoy tienen prohibido salir a los parques o a los
jardines a jugar.
Las escuelas se vuelven zonas de
resguardo, los candados prohíben la entrada de personas ajenas a la
institución.
Un ruido, una explosión, un golpe altera la paz: ¡pecho a tierra! ¡No
celulares! ¡Silencio! ¡No hablen! ¡Canten a los pequeños! ¡Narren cuentos de
seres fantásticos a los pequeños! ¡No se acerquen a las ventanas! ¡No respiren!
¡No lloren! ¡No griten! ¡No protesten! ¡No vean! ¡No juzguen!
Los niños de México me están enseñando a ver a mi Patria con otros ojos. Y
ya no puedo enseñarles a amar, a vivir, a creer que su mundo será mejor porque yo
también tengo miedo de caminar por las calles de mi adolescencia.
La casta gobernante hoy usa como publicidad las imágenes de nuestros hijos
con total descaro. Ni un solo Partido Político asume su responsabilidad.
Millones de ciudadanos aceptaron dinero y despensas por un voto sexenal que
generó la deuda social que hoy TODO México tiene con los niños que juegan a ser
matazetas o sicarios o AFI’S.
Les hemos robamos la inocencia a nuestros niños. Un voto por un trozo de
pan para mitigar el hambre ha provocado
el hambre de paz y tranquilidad con la
que crecen los niños y los jóvenes que
se alquilan de “orejas” por unos pesos…
aunque dejen la vida en ello.
¿Quién entonces se comprometerá con
los mexicanos nuevecitos?
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