La espiritualidad es una creencia innata, es una
forma de ser que nace desde dentro de la persona humana, para ir al encuentro
de ese Ser Supremo que llamamos Dios.
Hago referencia a lo anterior porque hace unos
días, mientras buscaba información por el internet encontré varios artículos
que mostraban los grandes beneficios que da el llevar una vida espiritual desde
la infancia.
Dicen los expertos que la espiritualidad
garantiza la felicidad de los niños y que la religiosidad y el dinero no los
hace más felices. También dicen que esta formación le da sentido a su vida,
estimula su esperanza, refuerza las normas sociales positivas y proporciona una
red social de apoyo.
Eso me llevo a pensar que educar a los niños en la
espiritualidad, no es una opción sino una necesidad, si queremos que se
conduzcan con amabilidad y altruismo.
Según estos estudios el meditar y rezar, no influye
en la felicidad de los niños porque son actos externos determinados por los
padres, mientras la espiritualidad es un sistema de creencias interno.
La espiritualidad y la felicidad tienen una
relación muy importante, en la que el dinero contribuye muy poco. Ojalá y muy
pronto haya actividades escolares que vayan en esta dirección, porque está comprobado
que la gente feliz es más tolerante, creativa y productiva.
Los niños son muy perceptivos, captan mucho más de
lo que imaginamos. Captan el estado de ánimo y las preocupaciones de los
adultos, se enteran de todo lo que sucede en su entorno a través de las
noticias que sus padres escuchan. Son extremadamente sensibles, descubren la
sensación de indefensión que se vive en casa a causa de la inseguridad en
la ciudad. Sienten la energía y la vibración negativa en los lugares que
visita.
Por supuesto que deben tomarse medidas de seguridad
y enseñárselas a los niños, pero tratando de aprovechar ese inmenso recurso que
tienen los niños, la espiritualidad.
Creer en una fuerza superior, en Dios, en la
importancia de principios universales como el amor, la gratitud, el respeto, la
solidaridad, es algo que parece simple, sin importancia, pero es lo que hace
que el niño sienta que existe un orden en el universo, una fuerza superior que
se mueve: el sol, las nubes, el viento y se enorgullezca de ser parte de
esa naturaleza.
Cuando los padres viven la espiritualidad es más
fácil para los niños comprenderla. Cuando se les permite a los niños creer que
existe un Dios bueno que les envía ángeles, siempre se sienten protegidos y
acompañados.
Las oraciones, los cantos, los cuentos espirituales
son excelentes herramientas para este aprendizaje, porque cuando un niño tiene
miedo en la noche, puede imaginar que se encuentra dentro del corazón de Jesús
que le protege.
“Lo
esencial es invisible a los ojos”… pero allí está. (Tomado
del libro “El Principito” de Saint Exupery)
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