25 de diciembre de 2010

Rumbo a la prosperidad.


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Durante varias semanas nuestros dos puentes fronterizos, se vieron saturados por automovilistas que presurosos acudían a realizar sus compras navideñas, a la vecina ciudad o al interior del país. Los medios de comunicación y letreros en las tiendas departamentales y supermercados enviaron sus mensajes mercantiles, tergiversando la esencia de esta festividad religiosa. Frases como: “haz en esta navidad el mejor regalo”, “descubre la magia de la navidad comprando en…” “usa tu tarjeta de crédito” “disfruta hoy, paga después” “paz, amor y compras” frivolidades que me hicieron recapacitar sobre el sentido autentico de la navidad.

¿Qué celebramos los millones de imaginarios católicos en la Navidad?, debería ser el nacimiento de Jesús o su Aniversario, lo curioso es que en esta tradicional celebración, el que no recibe nada, ni siquiera atenciones, es el cumpleañero.

Antes, contaba la abuela, las navidades eran navidades, ahí el festejado era el niñito Jesús; el intercambio de regalos y la comilona era secundario, el centro de todo era Dios. Se preparaba el nacimiento con muchas o pocas figuras, mi madre se limitaba al portalito, el señor San José y la Virgen María, el niño se agregaba en la Nochebuena, a veces se adelantaba y colocaba también a los tres Reyes Magos para que se viera más lucido.

En la ciudad de Saltillo, durante mi época de estudiante acudí en varias ocasiones al rosario de las posadas, allí se rezaban los cinco misterios gozosos y las letanías a la Virgen, al terminar se pedía posada cargando a los peregrinos sobre una bandeja llena de colaciones, después se repartía a los presentes un delicioso champurrado, acompañado de tamales o buñuelos. En ese tiempo conocí la tradicional “acostada” y “levantada” del Niño Dios, a veces se rompía una piñata con siete picos que representaba los siete pecados capitales, misma que debería ser destruida para que derramara gracias (dulces dentro de la piñata ), como la paz y el amor entre los hombres de buena voluntad.

El día de Nochebuena, antes que nada se iba a misa, después en casa, se acostaba al Niño, se le cantaba, se le arrullaba y se iba con los niños pobres a darles regalos, o se acogía a alguien sin recursos para vestirlo, cuidarlo y alimentarlo como si fuera Jesús. Si había obsequios para la familia, pero eran sencillos regalos que el Niño Jesús había traído para compartir en Su día.

Hoy, las cosas son diferentes, casi nadie se acuerda de Él, ni siquiera del motivo de la Navidad, ahora las posadas son bailes en donde la oración estorba. La Nochebuena es una reunión social para saborear espléndida comida típica de la época, beber bien y divertirse, además de gastar pequeñas fortunas en regalos para todos, menos para Jesús. Los niños no piensan en Él, sino en Santa Claus. En la actualidad, en la mayoría de los hogares, Navidad no es Navidad, es una competencia de regalos.

Si no estás convencido de tu fe, si no crees en Jesús, entonces festeja el día del invierno o como quieras llamarle, pero no presumas de celebrar la Navidad, porque Navidad es el Nacimiento de Jesús. ¿Cómo pasaste la Nochebuena? ¿Cómo piensas vivir la navidad? medita con sinceridad en tu forma de actuar, porque de ello depende que te coloques en el sendero, que te lleve a recibir un año nuevo bendito, pleno de Dios y de prosperidad.

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