Que agradable es ver que los políticos mexicanos y en especial los coahuilenses bajen la guardia en estos días de navidad y año nuevo. Estos días se respira un mejor ambiente político de sus integrantes y fanáticos, un ambiente más tranquilo en los medios de comunicación y en las redes sociales dando espacio a que el ciudadano común los utilice mas a sus anchas, exprese sus ideas, conozca gente que no esté contaminada políticamente, comparta sus anécdotas, difundan sus mensajes sin que se vean opacados por el alud de lisonjas, críticas, chismes y los continuos malos deseos que los contrincantes se lanzan unos a otros, llevándonos muchas veces de encuentro.
Qué bueno que los actuales y futuros dirigentes políticos y autoridades de nuestro estado se toman unos días de descanso para ellos y para nosotros. Ojala que lo aprovechen para quitarse la camisa de su partido, sus trajes y su iPad para vestirse como padre de familia, ponerse su pijama, sus pantuflas y deambular en su hogar tranquilamente con una humeante taza de café en sus manos acompañando a su mujer a cocinar, jugando con sus hijos y leyendo y escribiendo las cosas que su actividad política en la calle, les evita hacer. Que disfruten plenamente estos días en familia y que dejen que la gente disfrute, también, aunque sea por estos días, los espacios que ellos ocupan a diario y a todas horas.
Nuestros políticos, a quienes hemos encumbrado con el aplauso y la aceptación de su manera de ejercer la profesión, ya no buscan estrategias novedosas de promoción del voto, ya no dan el servicio continuo como estandarte en respuesta a la confianza que se les confirió, por el contrario, utilizan la agresión muchas veces sin fundamento, con la cual hagan más daño para que la gente se divierta y saciar así su morbo con el fin de acarrearlos a su lado. Se dan el lujo de tener amigos poderosos sin importarles el origen de ese poder y se toman el derecho de representarnos en lugares donde no deseamos que nos representen. Ya no nos preguntan ni nos avisan lo que van a hacer. Nos informan lo que hicieron sin importarles si estamos o no de acuerdo.
Cada navidad y año nuevo nace una esperanza. Y no me refiero a la natural esperanza de amor, fe y devoción espiritual y la necesidad de ser unos mejores individuos, padres, amigos y ciudadanos. Nace también la esperanza de que el sistema político de México, sus integrantes y sus dirigentes sean mejores. Especialmente en nuestro estado, donde la manera de hacer política ha llegado a límites inimaginables y donde la herramienta principal para lograr el objetivo político y el poder que este conlleva, es la agresión y la ofensa constante y sistemática al contrincante, la desacreditación del colega de una manera cruel y muy poco profesional. Nace la esperanza de que nuestras actuales y futuras autoridades ejerzan su función con honestidad, con humildad y con el firme deseo de trabajar incansablemente para ganarse a pulso el salario que devengan por sus ciudadanos, velando que las necesidades de nuestra comunidad se atiendan con calidad y oportunidad. Y nace la esperanza también, de que cada uno de nosotros contribuyamos incansablemente en formar una buena comunidad, sensible a las necesidades del más necesitado, tolerantes con nuestras autoridades, trabajadora y comprometida con nuestra familia.
Aprovecho la ocasión para desearles que esta navidad este llena de bendiciones para ustedes y su familia. Que renazca la esperanza que algunos de nosotros hemos dejado guardada en algún rincón de nuestro corazón y que la ilusión se apodere de nosotros. Que seamos una luz brillante para nuestros seres queridos y que esa luz los guie por un camino seguro, que si no hemos construido aun, estemos dispuestos a prepararlo a partir de hoy, y que Dios habite en nuestros corazones.
Nos vemos…
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