Colaboración de: German Dehesa
Este artículo se lo quiero dedicar a José Ramón Fernández, mi amigo perdido y hallado en el templo (deportivo). Juntos acabamos no de leer, sino de escuchar al Vasco Aguirre exprimir su no muy caudaloso magín para intentar, sin lograrlo del todo, explicarnos los motivos de su presencia como entrenador de la Selección Nacional. Para mayor INRI, como dicen en España, todo lo que dijo Xavier forma parte de una entrevista que concedió a la cadena española SER que da servicios de radio y de televisión. Como que hay mejores papeles que desempeñar en la vida que éste de ser mexicano privilegiado de muchas maneras que se permite, con todo y todo, hablar mal de su país en el extranjero y en un medio extranjero. Ya hablaremos del contenido de estas declaraciones, pero es importante además señalar que son totalmente estúpidas, fuera de lugar y sin un asomo de sensibilidad o de agudeza intelectual. Declarar así es avisar que uno es tonto abismal. Comienza Xavier por decir que no está bien ni a gusto en México, por lo menos, debemos sobreentender, en este México actual tan amenazado de tantas maneras y, por lo mismo, tan inseguro y tan riesgoso. Es probable que así sea, pero somos millones los que seguimos prefiriéndolo o que, en su caso, no tienen modo de vivir en otra parte, como no sea de braceros.
Nos anuncia Xavier Aguirre, ya puesto a sincerarse, que México puede aspirar a tener en este Mundial de futbol un lugar similar al que ocupó en el anterior; o sea, que de prosperar, nada. No se da cuenta Xavier que, al decir esto, lo que hace es devaluar su propio desempeño y anunciar que no le da la cabeza para obtener más de esta Selección. Su desdichada afirmación es casi tan estúpida como la otra que se escucha aquí y allá de que México está para disputar la final (¡oh, yes, Jessie, your big bloomers!). Supongamos que la sesuda profecía de nuestro elegante Marqués de Aguirre sea cierta, no es posible, ni inteligente comunicársela tal cual a esta nueva Selección urgida, como siempre, de motivación. Si le dicen a nuestros espiritualmente frágiles jugadores: van a quedar en el lugar 15, seguramente en ése quedarán; si les dicen: vamos a quedar entre los cinco primeros, quizá obtengan el octavo lugar, de cualquier modo, ya le ganamos siete escalones al fatalismo. O sea, que por donde la veas, mi querido Xavier, te comportaste como una bestia cuadrafónica.
Y el remate de Don Xavier posee una técnica, seguramente adquirida en Chalco, de llover sobre mojado. Ya nos dijo que no quiere vivir aquí, ya nos dijo que sus dos capullos viven en Madrid; yo digo que no haría falta que nos dijera que, en cuanto termine la participación de México en el Mundial, él también se irá de aquí. ¿Y por qué no te vas yendo?, preguntaría yo. La respuesta me resulta obvia: porque, por el momento, no hay nadie que le pague el millón y medio de pesos mensuales (o más) que le pagamos aquí los jodidos con ese dinero que no nos sobra. "Patear el pesebre" es lo que con su boba actitud está haciendo Xavier Aguirre que es mi amigo y que espero lo siga siendo. Recuerdo en mi infancia a mis tías bisbiseando acerca de su urgencia de ligarse las trompas. Eso es lo que necesita Xavier: ligarse la trompa. HOY TOCA.
¿QUÉ TAL DURMIÓ?
MDCCXXXVII (1737)
MONTIEL.
Cualquier correspondencia con esta columna que no trata de futbol, favor de dirigirla a dehesagerman@gmail.com (D.R.)
Este artículo se lo quiero dedicar a José Ramón Fernández, mi amigo perdido y hallado en el templo (deportivo). Juntos acabamos no de leer, sino de escuchar al Vasco Aguirre exprimir su no muy caudaloso magín para intentar, sin lograrlo del todo, explicarnos los motivos de su presencia como entrenador de la Selección Nacional. Para mayor INRI, como dicen en España, todo lo que dijo Xavier forma parte de una entrevista que concedió a la cadena española SER que da servicios de radio y de televisión. Como que hay mejores papeles que desempeñar en la vida que éste de ser mexicano privilegiado de muchas maneras que se permite, con todo y todo, hablar mal de su país en el extranjero y en un medio extranjero. Ya hablaremos del contenido de estas declaraciones, pero es importante además señalar que son totalmente estúpidas, fuera de lugar y sin un asomo de sensibilidad o de agudeza intelectual. Declarar así es avisar que uno es tonto abismal. Comienza Xavier por decir que no está bien ni a gusto en México, por lo menos, debemos sobreentender, en este México actual tan amenazado de tantas maneras y, por lo mismo, tan inseguro y tan riesgoso. Es probable que así sea, pero somos millones los que seguimos prefiriéndolo o que, en su caso, no tienen modo de vivir en otra parte, como no sea de braceros.
Nos anuncia Xavier Aguirre, ya puesto a sincerarse, que México puede aspirar a tener en este Mundial de futbol un lugar similar al que ocupó en el anterior; o sea, que de prosperar, nada. No se da cuenta Xavier que, al decir esto, lo que hace es devaluar su propio desempeño y anunciar que no le da la cabeza para obtener más de esta Selección. Su desdichada afirmación es casi tan estúpida como la otra que se escucha aquí y allá de que México está para disputar la final (¡oh, yes, Jessie, your big bloomers!). Supongamos que la sesuda profecía de nuestro elegante Marqués de Aguirre sea cierta, no es posible, ni inteligente comunicársela tal cual a esta nueva Selección urgida, como siempre, de motivación. Si le dicen a nuestros espiritualmente frágiles jugadores: van a quedar en el lugar 15, seguramente en ése quedarán; si les dicen: vamos a quedar entre los cinco primeros, quizá obtengan el octavo lugar, de cualquier modo, ya le ganamos siete escalones al fatalismo. O sea, que por donde la veas, mi querido Xavier, te comportaste como una bestia cuadrafónica.
Y el remate de Don Xavier posee una técnica, seguramente adquirida en Chalco, de llover sobre mojado. Ya nos dijo que no quiere vivir aquí, ya nos dijo que sus dos capullos viven en Madrid; yo digo que no haría falta que nos dijera que, en cuanto termine la participación de México en el Mundial, él también se irá de aquí. ¿Y por qué no te vas yendo?, preguntaría yo. La respuesta me resulta obvia: porque, por el momento, no hay nadie que le pague el millón y medio de pesos mensuales (o más) que le pagamos aquí los jodidos con ese dinero que no nos sobra. "Patear el pesebre" es lo que con su boba actitud está haciendo Xavier Aguirre que es mi amigo y que espero lo siga siendo. Recuerdo en mi infancia a mis tías bisbiseando acerca de su urgencia de ligarse las trompas. Eso es lo que necesita Xavier: ligarse la trompa. HOY TOCA.
¿QUÉ TAL DURMIÓ?
MDCCXXXVII (1737)
MONTIEL.
Cualquier correspondencia con esta columna que no trata de futbol, favor de dirigirla a dehesagerman@gmail.com (D.R.)
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